El pretor romano Lucio Valerio Flaco se apodera del tributo del Templo
En el año 62 AEC, Lucio Valerio Flaco impidió que los judíos de su provincia enviaran el tributo debido al Templo de Jerusalén, y desvió ese dinero a su propio tesoro. Gracias a una magistral defensa de Marco Tulio Cicerón, fue absuelto y escapó de un merecido castigo. Cicerón fue una figura política destacada de la época de Julio César, Pompeyo, Marco Antonio y Augusto y uno de los oradores más grandes de Roma. Sus obras son bien conocidas y leídas incluso en la actualidad. Su discurso defensivo en el caso de Flaco estuvo plagado de fuertes matices antisemitas.
Aunque la confiscación del oro judío por parte de Flaco fue reivindicada en este juicio, no hubo evidencia de que la prohibición de la exportación de este oro se aplicara y podemos suponer que los judíos de Roma, Italia y las provincias continuaron haciendo sus contribuciones anuales al Templo.
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Visión general
La defensa de Flaco por Cicerón en el año 59 AEC
«Cuando todos los años era costumbre enviar oro a Jerusalén según orden de los judíos de Italia y de todas nuestras provincias, Flaco prohibió por un edicto su exportación a Asia (Jerusalén).
... En Apamea se incautó abiertamente un poco menos de cien libras de oro, en Laodicea se incautó un poco más de veinte libras. En Adramitium cien libras, en Pérgamo una pequeña cantidad».
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